Un suceso. Y un relato. Un hombre sorprendido por un operativo. Un nombre: Él o El sin nombre. Y su Tutor. Magda. Y una guardia inmobiliaria. Cuerpos. Dos encierros. Una iglesia. Y un auto merodeando la cuadra. Un ensayo. Un hereje.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Primero fue una consigna, y surgió un texto a partir de un sueño


ÉL: (habla agitado): Me encuentro en la calle, sé que es mediodía, de pronto se produce un operativo policial se apostan para enfrentarse, los otros parecen ser un grupo armado. Para huir de la balacera camino rápido por la peatonal, me meto en un negocio, mezcla de bazar y joyería, yo no me acuerdo si habían ladrones ahí, lo cierto es que un comando me lleva hacia adentro del local y literalmente me dejan cautivo. Me dicen que tengo que instalarme. Algunas personas que están ya llevan meses de reclusión, pero aparentemente lo toman con calma o se habrán resignado. Yo no salgo de mi asombro. ¿Me están recluyendo? Imposible, no hay ninguna causa aparente. De pronto aparece usted, me dice que es el tutor, muy simpático pero vigilador al fin. Le cuestiono mi situación, me conduce hasta este lugar. Me preocupa que se queden con mis cosas, son propiedad privada, por eso no suelto el bolso, me aferro a él. Usted me afirma que en poco tiempo me organizará la vida, en ese salón hay mesas servidas. A medida que pasan los minutos mi angustia crece, porque no puedo entender cómo alguien quiera cercenar mi libertad, sin que medie ninguna provocación de mi parte... (Pausa, ÉL se quita el gorro, queda mirando al piso)

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